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Locura

Cuando ya no es más que una simple memoria de una memoria que vagamente recuerdas.

Que los por qué, los no sé, los cuando, como, donde y tal vez se vuelven un sí, que no

sabes cómo dijiste la primera vez y que se ha vuelto algo repetitivo y no sabes cómo

parar, no sabes donde parar y no sabes si debes o si puedes parar.

Cuando consume todo lo que piensas, cada sílaba que emite tu cansada boca, cada

gemido que genera tu garganta, cada vez que la punta de tus dedos se pierde en

tiempo y espacio y divaga entre nociones de tu realidad y la realidad que continuas

creando entre dormida y despierta, que converge con el sin fin de universos paralelos

que existen en tus ojos…

Si de leerlo nada más me canso, de pensarlo nada más me agoto, de tenerlo nada más

me quedan solo ganas...

 Las que le tengo, las que tengo, las que hay cada vez que se respira el mismo aire y que se

comparte una mirada, un roce, un por qué, te quiero tanto y, te  amo.

Cada vez que oscurece y la luna sale a dar las buenas noches, se derraman más

deseos sin sentido, sin razón de existir, sin consciencia, sin ciencia alguna o pertinencia.

Pero de igual modo están, existen y se deslizan entre los rincones donde dejamos abandonados

los recuerdos. Se han convertido en ansiedad, desespero y espero.

Sólo queda esperar, como siempre, desde siempre haciendo cada segundo de estas ganas más

pesado, cargado, incierto, inconcluso e infinito.

No me gusta ya hablar de inciertos e inconclusos.

Y una eternidad de espera me parece injusta.

Aunque te ame.


©Natalia M. Villarán-Quiñones

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